En la ilimitada insaciabilidad

y continuo anhelo,

mis dedos, tus dedos, da igual,

dejan huellas anudadas de gemidos placenteros

en el sensual atavío,

de nuestra desnudez baldía,

y , la sequedad terca de tus labios fríos

hacen que pierdan mis pechos la vida

que, en otro tiempo nos dio,

amarnos en libertad.

Que  amarga  realidad !

África Sánchez López