A todo aquello de lo que huimos
le dotamos de ausencia,
cubrimos de vacío el presente inmediato
pero todo nos persigue
en las noches de silencio,
donde la huida misma nos retiene.
No podemos ser nosotros
en la raíz de un extraño,
ni regalarnos sueños
con el corazón en barbecho,
no podemos mirarnos
cuando está el rencor presente,
ni forzar la presencia
si no queremos mirarnos.
Es mejor dejar que se adhiera el dolor
a los cristales sucios
y limpiemos a conciencia las esquinas,
que no queden restos
de los rostros que dañamos
ni los nuestros,
heridos, ya sin vida…
No hay camino que nos lleve
a una salida cuando huimos,
nos libera aquello
que nos enfrenta y enfrentamos
con dolor y valentía.
El dolor lo mece el tiempo
y en ese vaivén se olvida,
se cura,
pero el ser valiente,
te engrandece, perdura.

África Sánchez López