De tanto sentir la vida
bebiendo tormentas de estío
en un mar de caracolas,
subida,
en el navío de tus brazos,
he terminado, naufraga de mi entrega,
quebrando el pulso
de mi propio sostenimiento
para caer en el vacío.
Y a pesar de todo
sostengo mi mirada en el recuerdo
de la desnudez de tu cuerpo,
dando luz al aplomo
de volverte a soñar
en una plácida tarde,
lamiendo huellas del pasado
que yo misma dibujé en tus huesos.
No soporto bien la soledad
de este naufragio,
pero, esperaré mirando al horizonte
la fina arboladura de un velero
en la mirada azul de tus ojos,
si mi nombre ondea
en el pujamen de las velas
o se sostiene en el grátil del foque
no habrá tormenta que retenga
la aventura de sentirme una sirena
en un mar de caracolas.

                                             África Sánchez López