En movimientos de tedio

se escondía su cuerpo,

la niña se resistía

y la embargaba el silencio,

cuando de pronto un olé

la sacó de  su mutismo,

que emoción aquel pellizco,

que suspiro,

que amalgama de deseos

en la levedad del alma,

con breve matalaraña

donde resquicios de danza

de resurrección hablaban,

acompañaban palillos

en un ritmo que quisiera

llenar de vida y de sueños

cualquier tristeza,

que entusiasmo,

que belleza!

Sus manos ya no temblaban,

en un posticeo sublime

la niña mostró sin vergüenza

la pasión que la embargaba,

y, su sensual riá-pitá

hizo renacer el alba.

PELLIZCO  MATALARAÑA  PALILLOS  POSTICEO  RIÁ-PITÁ

Palabras de , Antonio Najarro.

África Sánchez López