Romper madrugadas

con el vértigo atacando

voluntades

en una memoria fértil,

que quisiera,

no ser tan prodigiosa.

Romper madrugadas

con el olvido llorando

tempestades,

sin conseguir un respiro

al otro lado

del dolor.

Romper madrugadas

en un voluntario perdón,

cansado

de perdones repetidos,

de heridas infectadas

por sueños no cumplidos.

Romper tempestades

sin encontrar cobijo

a la tristeza.

Pena, triste pena

ese hueco en las venas,

esa sangre tan seca.

Romper madrugadas,

El vacío…

La nada.