Amargo,
mi verso es llanto,
mi voz exceso de humo
y oscuro mi cielo.
Mi vida es simple,
pero a dentelladas busco otro mundo en mis sueños,
esperando el deshielo en los corazones del hombre.
Esperando siempre de día, que la tarde se desmaye
y regrese la noche para volver a soñar.
Es que la realidad me duele
y estoy triste,
porque te he visto llorar.
Me duele el silencio,
me duele la cochambre del poder
y me duele la muerte tan fría
que produce el hambre,
la miseria y la soledad.

© Germán Terrón Fuentes

Y a ese dolor me uno
sin poderlo evitar,
me desmayo por instantes,
( como esa tarde
que tú deseas que acabe
para volver a soñar)
asustada sí, de mi pausado llorar
pero rebelde en mis pasos
hacia la libertad
de afear al menos
tanta nauseabunda indiferencia.
Y, haciendo acto de presencia
en mis pasos por las calles
donde la soledad me abraza,
en esos cartones,
en esas esquinas en las que
a un bocadillo llaman manjar,
con los ojos brillantes de frío,
moradas sus manos,
silente su verbo, apagado su brío,
soporto estoicamente
el dolor compartido
del que, se siente olvido.
El todo se me hace sombra,
la impotencia, rabia,
la rabia un grito,
el dolor se vuelve amigo
cuando se comparte,
por eso me uno a ti
y conmigo,
mis amigos de la calle,
y, en esa tarde que empieza
a desmayarse,
hablaremos de tu poema,
de la soledad y del hambre,
y serán de complicidad
nuestras lágrimas, por tanto,
porque en ti,
no nos sentimos olvidados.
Y llegará la noche
con los huesos quebrados,
se nos cerrarán los ojos
de tristeza y desamparo
pero, los húmedos cartones
que apenas nos esconden
de esa cochambre del poder
de la que hablas,
serán aposento de la belleza
con la nos atrevemos a seguir
soñando.
No soy yo querido amigo,
la que te está contestando,
quien congelada duerme
bajo el cielo raso,
tan solo soy un corazón dolido,
que me desmayo por instantes
con el dolor compartido
con mis amigos de la calle.

África Sánchez López