Tengo miedo de que la ira
rompa las barreras de la prudencia,
que tanta insistencia
en mis muchos defectos,
manden al exilio mi paciencia,
miedo de que tanto cuidado
en no herirte,
tanto cuidado en la curación
de todas las heridas
con las que
tu desconfiada mente litiga,
se convierta en huida
y consabida oscuridad,
ciénaga donde por mucho que luches
se vaya hundiendo mi cuerpo
cavando su propia tumba,
en un improvisado cementerio
repleto de cobardía.
Tengo miedo de que la ira
no soporte la idea misma
de morir así estando viva
si por vida se entiende
comer o respirar
o seguir con la costumbre de callar,
tengo miedo de explotar
por dentro,
morir por dentro,
miedo de mi silencio
y de mi falta de luz.
Tengo miedo de las sombras.
Tengo miedo.

África Sánchez López