Era un cuerpo dolorido, ensangrentado,
el que dejaba rojo el césped
del caserón deshabitado,
las piernas le fallaban,
su boca estaba seca,
perdida la mirada
y en la pestaña izquierda
la desmemoria aposentada.

Era un cuerpo dolorido, muy quemado
por un fuego interior intenso
iniciado, en la infancia jugando
con una cerilla en manos de
la inocencia,
en la edad de los sueños,
en la que la libertad grita
y ahoga los silencios,
en esa lucha libertaria
que busca el brillo
de la justicia humana.

Era, un cuerpo entristecido
por la frustración que emana
de la indiferencia.

CÉSPED PESTAÑA CERILLA LIBERTAD BRILLO

África Sánchez López