Cuando el dolor del alma
se siente más
que, el crujir de los huesos
partidos a golpes,
más que el quebrantado color
que reviste  la piel de verde
y morado.
Cuando el dolor del alma
supera ese ardor latente
en los labios
por la sangre seca,
caliente aún el golpe,
los mordiscos recientes…
las uñas negras
de arrastrar tu desnudez
hasta la cobarde esquina
donde los cobardes
se creen valientes.
Cuando prefieres la muerte
con el alma tan herida
que crees que solo existe
la paz en una tumba,
que cuando respiras
tu propio aliento es basura,
que no puedes con tanta culpa
sin ser culpable,
con tanta sombra sin margen,
no son las extremidades
las que te sostienen
ni circula por tus venas
sangre roja,
es desprecio lo que puede
erguir tu cuerpo
para decirle al espejo,
donde de verdad te duele,
y no puedes, no puedes,
no se señala el alma
pero duele,
no hay lágrimas que consuelen
el anhelo de muerte.
Cuando duele vivir mancillada,
violada, despreciada…
y en el aire danza la duda
de todas las miradas,
que puedan además, asesinarte,
se convierte en esperanza,
pues no te alcanza
para seguir respirando
la promesa de un castigo,
ni sirve ni es consuelo,
cuando tanto te duele el alma,
porque no sientes el cuerpo
solo la muerte esperas,
si acaso, el perdón,
por tu último deseo.

África Sánchez López