Cuando el aliento de nuestras obscenidades

se vuelve ternura,

empiezan a nacer,

más allá de donde nuestras pieles se funden

los “ te quiero” más obvios,

habla el silencio de la carne,

dialogan los gemidos en su gozo

sobrando las palabras,

las luces y las sombras

de la entornada ventana

en la que se refleja tu espalda

me estremece, me baña

en estertor agradecido

y  sobran las palabras.

De amor absorta

resucito en tu mirada.